lunes, enero 22, 2007

Perfume en la habitación de una prostituta

Encerrado tras este cristal puedo verla. Llora todas las noches,llora en las mañanas, llora en las tardes, llora en el día, lo hacea todo momento, bueno, menos cuando tiene algún cliente, entoncestiene que fingir y complacer sus deseos, por bajos que le parezcan.No soy el más fino, pero le gusta sentirme en su cuello, detrás desus orejas, en medio de sus pechos, en sus muñecas y en los muslos.Me expando por su piel ajada por el tiempo y el abuso de las bebidasalcohólicas. Me evaporo y voy muriendo lentamente entre las sábanasy las batallas que libra en la cama con diferentes hombres. A vecesalguna de sus lágrimas ha caído sobre mí y ya soy parte de ella; hepodido saborear su angustia y su dolor. Sabe a mujer anulada ahembra adolorida y abusada. Tengo miedo de perecer en el espejo o enesa pared pues hay momentos en que se vuelve esquizofrénica y le dapor romperlo todo. Y yo quiero morir siempre en su cuerpo. Un día deestos estará mi recipiente tirado por el suelo y habré pasado alviento. Tal vez el me recoja en alguna de sus hojas y algún hombreme recuerde el olor de alguna habitación abandonada… Sigue llorandoy la sigo viendo como si yo fuera un espejo…

Nidya Garzón

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